Durante la Segunda Guerra Mundial la maquina de guerra Nazi experimentó con armas que no habían sido vistas hasta ese momento. El “proyecto Sonnengewehr”, que no llego a concretarse, consistía en un arma solar colocada en orbita y capaz de enviar mortíferos “rayos de la muerte” sobre el enemigo.
Haciendo referencia a las armas que los nazis estaban preparando a mediados del siglo pasado El “proyecto Sonnengewehr” fue quizás la mas ambiciosa de todas ellas. Sumamente adelantada para la epoca, este verdadero rayo de la muerte hacia uso de todas las tecnologías que se estaban desarrollando en el seno de los centros de investigación sobre armas del Tercer Reich.
El pequeño pueblo de Hillersleben, en Alemania, fue elegido por el nazismo para instalar el mayor centro de investigación sobre armas. Ubicado en una región dominada por las colinas y los bosques, un grupo de trabajo conformado por más de 150 ingenieros y físicos experimentó todo tipo de armas, muchas de las cuales se llegaron a usar durante la guerra.
En mayo de 1945, Alemania se rinde frente a los aliados, y las instalaciones de Hillersleben son abandonadas. En este lugar los aliados se encontraron con una cantidad notable de armas en distintas etapas de desarrollo. Cohetes de artillería, tanques modificados para lanzar proyectiles a varias millas de distancia, morteros de 600mm y toda una colección de inventos más estaban casi listos para el campo de batalla.
Pero nada se comparaba al diseño atribuido a Hermann Oberth, un físico que más tarde seria reconocido como uno de los padres de la cohetería. El proyecto Sonnengewehr (cuya traducción es algo así como “Arma Solar”) consistía en una plataforma ubicada en la órbita terrestre. Entre los documentos recuperados, se detallaba un método teórico para su construcción, mediante módulos prefabricados en tierra y luego enviados al espacio. Mas o menos el mismo mecanismo que se emplea hoy para la construcción de la ISS. Oberth incluso describió la forma de proporcionar gravedad artificial mediante un sistema de rotación.
De todos los planes que Oberth tenia para el espacio, el que mas interesaba a los nazis era la construcción de un espejo cóncavo de unos tres kilómetros de diámetro, que desde la orbita terrestre podría dirigir un rayo de luz concentrado hacia su superficie. Salvando las distancias, era más o menos lo que según la leyenda hizo Arquímedes para quemar las embarcaciones enemigas 2200 años antes.
Los científicos alemanes, utilizando los conceptos de Orbeth, llegaron a la conclusión que debian ubicar su espejo a unos 8200 kilómetros de altura. El material a utilizar seria el sodio metálico, abundante en la naturaleza y con una gran capacidad de reflejar la luz. El hecho de que la humedad lo convierta en algo sumamente inestable no era un problema: en el espacio sencillamente no hay moléculas de agua que pudiesen interferir con su funcionamiento.
Una versión mejorada de los cohetes V2 serian los encargados de llevar una a una las piezas del espejo al espacio. Con el nombre clave de V11, y diseñado por Wernher von Braun, el cohete que reemplazaría al V2 no solo llevaría el hombre al espacio sino que podría incluso bombardear a los Estados Unidos tal como el V2 lo hacia con Inglaterra.
El espejo orbital nazi contaría con una zona dedicada a alojar a los astronautas encargados de operarlo. Hay detalles que pueden parecer hasta graciosos hoy, pero hace 60 o 70 años, el espacio y la falta de gravedad eran prácticamente desconocidos. Por ejemplo, se planeaba obtener la energía eléctrica necesaria a partir de una especie de dinamos alimentados por la radiación solar. Los astronautas utilizarían botas magnéticas para desplazarse por el piso de la estación espacial, y el oxígeno sería proporcionado por un invernadero. Una plantación de calabazas convertirían el CO2 liberado por los astronautas en oxigeno respirable.
La tripulación recibiría por radio las instrucciones encriptadas, y mediante un mecanismo direccionaría el es espejo hacia el blanco terrestre. El enemigo no podría defenderse ya que no contaba con la tecnología capaz de alcanzar y destruir la Sonnengewehr.
Afortunadamente, nada de esto llegó a construirse. La llegada de los aliados en 1945 terminó con los planes nazis de construir su propia “Estrella de la Muerte”, aunque es posible que las dificultades técnicas debido a la falta de tecnología de la época hubiesen hecho inviable al proyecto. De hecho, es muy probable que el rayo generado en el espejo se difuminase tanto al atravesar la atmósfera que al llegar a tierra no fuese más que un molesto resplandor.
Muchos de los científicos alemanes, incluidos los propios Oberth y Wernher von Braun, se trasladaron a los EEUU para continuar sus investigaciones en cohetería. De alguna manera, la tecnología de la V2 que sirvió para devastar Londres seria la encargada de dar vida al Saturno V que llevó los astronautas del Apolo a la Luna.
Haciendo referencia a las armas que los nazis estaban preparando a mediados del siglo pasado El “proyecto Sonnengewehr” fue quizás la mas ambiciosa de todas ellas. Sumamente adelantada para la epoca, este verdadero rayo de la muerte hacia uso de todas las tecnologías que se estaban desarrollando en el seno de los centros de investigación sobre armas del Tercer Reich.
El pequeño pueblo de Hillersleben, en Alemania, fue elegido por el nazismo para instalar el mayor centro de investigación sobre armas. Ubicado en una región dominada por las colinas y los bosques, un grupo de trabajo conformado por más de 150 ingenieros y físicos experimentó todo tipo de armas, muchas de las cuales se llegaron a usar durante la guerra.
En mayo de 1945, Alemania se rinde frente a los aliados, y las instalaciones de Hillersleben son abandonadas. En este lugar los aliados se encontraron con una cantidad notable de armas en distintas etapas de desarrollo. Cohetes de artillería, tanques modificados para lanzar proyectiles a varias millas de distancia, morteros de 600mm y toda una colección de inventos más estaban casi listos para el campo de batalla.
Pero nada se comparaba al diseño atribuido a Hermann Oberth, un físico que más tarde seria reconocido como uno de los padres de la cohetería. El proyecto Sonnengewehr (cuya traducción es algo así como “Arma Solar”) consistía en una plataforma ubicada en la órbita terrestre. Entre los documentos recuperados, se detallaba un método teórico para su construcción, mediante módulos prefabricados en tierra y luego enviados al espacio. Mas o menos el mismo mecanismo que se emplea hoy para la construcción de la ISS. Oberth incluso describió la forma de proporcionar gravedad artificial mediante un sistema de rotación.
De todos los planes que Oberth tenia para el espacio, el que mas interesaba a los nazis era la construcción de un espejo cóncavo de unos tres kilómetros de diámetro, que desde la orbita terrestre podría dirigir un rayo de luz concentrado hacia su superficie. Salvando las distancias, era más o menos lo que según la leyenda hizo Arquímedes para quemar las embarcaciones enemigas 2200 años antes.
Los científicos alemanes, utilizando los conceptos de Orbeth, llegaron a la conclusión que debian ubicar su espejo a unos 8200 kilómetros de altura. El material a utilizar seria el sodio metálico, abundante en la naturaleza y con una gran capacidad de reflejar la luz. El hecho de que la humedad lo convierta en algo sumamente inestable no era un problema: en el espacio sencillamente no hay moléculas de agua que pudiesen interferir con su funcionamiento.
Una versión mejorada de los cohetes V2 serian los encargados de llevar una a una las piezas del espejo al espacio. Con el nombre clave de V11, y diseñado por Wernher von Braun, el cohete que reemplazaría al V2 no solo llevaría el hombre al espacio sino que podría incluso bombardear a los Estados Unidos tal como el V2 lo hacia con Inglaterra.
El espejo orbital nazi contaría con una zona dedicada a alojar a los astronautas encargados de operarlo. Hay detalles que pueden parecer hasta graciosos hoy, pero hace 60 o 70 años, el espacio y la falta de gravedad eran prácticamente desconocidos. Por ejemplo, se planeaba obtener la energía eléctrica necesaria a partir de una especie de dinamos alimentados por la radiación solar. Los astronautas utilizarían botas magnéticas para desplazarse por el piso de la estación espacial, y el oxígeno sería proporcionado por un invernadero. Una plantación de calabazas convertirían el CO2 liberado por los astronautas en oxigeno respirable.
La tripulación recibiría por radio las instrucciones encriptadas, y mediante un mecanismo direccionaría el es espejo hacia el blanco terrestre. El enemigo no podría defenderse ya que no contaba con la tecnología capaz de alcanzar y destruir la Sonnengewehr.
Afortunadamente, nada de esto llegó a construirse. La llegada de los aliados en 1945 terminó con los planes nazis de construir su propia “Estrella de la Muerte”, aunque es posible que las dificultades técnicas debido a la falta de tecnología de la época hubiesen hecho inviable al proyecto. De hecho, es muy probable que el rayo generado en el espejo se difuminase tanto al atravesar la atmósfera que al llegar a tierra no fuese más que un molesto resplandor.
Muchos de los científicos alemanes, incluidos los propios Oberth y Wernher von Braun, se trasladaron a los EEUU para continuar sus investigaciones en cohetería. De alguna manera, la tecnología de la V2 que sirvió para devastar Londres seria la encargada de dar vida al Saturno V que llevó los astronautas del Apolo a la Luna.
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