SUCRE. INGENIERO INSIGNE DE VENEZUELA


A 216 AÑOS DE SU NACIMIENTO


SUCRE. INGENIERO INSIGNE DE VENEZUELA

EPÓNIMO DE LA UNEXPO

Antonio José de Sucre.jpeg
Antonio José de Sucre nace en Cumaná (Edo. Sucre) el 3 de febrero de 1795 y es asesinado en Berruecos (Colombia) el 4 de junio de 1830.
Oficial (general en jefe) del Ejército de Venezuela, Colombia y Ecuador, Gran Mariscal de Ayacucho (Perú). Presidente de Bolivia. Político y estadista. Hijo del teniente Vicente de Sucre y Urbaneja y de María Manuela de Alcalá y Sánchez. Se le considera el militar más completo y cabal de los próceres de nuestra Independencia. Fue un paradigma en el estricto cumplimiento de su deber; era inflexible, duro y justo. Su padre, sus 2 abuelos y 4 bisabuelos y los más de sus tatarabuelos, fueron militares. Perdió su madre a los 7 años. Adolescente fue enviado a Caracas al cuidado de su padrino el arcediano de la catedral, presbítero Antonio Patricio de Alcalá, para iniciar estudios de ingeniería militar en la Escuela de José Mires. 

Las interpretaciones historiográficas acerca de la trayectoria de Antonio José de Sucre por lo general, nos han colocado frente a un personaje cuya relevancia incuestionable está estrechamente ligada a su condición de héroe emblemático de la gesta emancipadora. No hay, pues, ninguna aproximación que se salga del sendero que marcan las visiones apologéticas en las cuales más que un acercamiento a la vida y circunstancia del personaje lo que se pretende es mostrarnos sus cualidades sobrehumanas, su conducta intachable, su apego a la virtud, su valor y calidad militar, su lealtad incondicional a la causa de la independencia, para finalmente deplorar su funesto crimen como la consumación de una barbarie propia solamente de los enemigos de la libertad. Pero además, en virtud de su particular vínculo con el Libertador, su trayectoria pública se presenta como un apéndice de la de Bolívar y se le estudia y destaca como sombra y extensión del héroe máximo de la independencia y, en esa misma medida, se escamotea y subestima su propia condición protagónica en el desenvolvimiento de los hechos en los cuales su actuación fue decisiva. A todo ello hay que añadir que, en la mayoría de las obras, lo que ha ocupado primordialmente a los autores ha sido su actuación militar, aspecto especialmente atendido por una cierta orientación historiográfica empeñada en mostrarnos a la independencia como un episodio de batallas sucesivas entre héroes y villanos, en donde cada victoria no fue sino un peldaño más en la ruta ascendente e inequívoca hacia la liberación de todo el continente para desalojar al usurpador español. En síntesis, se nos ha ofrecido de manera acrítica un modelo más a ser incorporado a la galería de los próceres de nuestra independencia para que se mantenga inmutable como modelo imperecedero de virtud, tal como acostumbra hacer la Historia Patria. 

La vida de Sucre, al igual que su muerte,  forma parte de un proceso político, el de la historia de la lucha por el poder en tiempos de la independencia. Valorar entonces estos hechos con la mirada puesta en lo que fue realmente la dinámica de la contienda emancipadora, ubicar a sus protagonistas desde la perspectiva de lo que constituyó efectivamente el combate que libraron y los móviles que los animaron y movilizaron representa no sólo un ejercicio de revisión historiográfica, sino también la posibilidad de comprender con mayor certidumbre sus implicaciones, alcances y contradicciones. Solamente de esta manera podrán superarse las visiones que pretenden ofrecer anacrónicas respuestas para las exigencias del presente sobre la sombra y las cenizas de la independencia y sus conspicuos próceres acartonados, lo cual no es sino una manera de encubrir su incapacidad para construir las demandas y respuestas que exige el porvenir.

El héroe de Ayacucho, la víctima de Berruecos, el «Abel de Colombia» o, más propiamente Antonio José de Sucre, fue un individuo que vivió su circunstancia política y se empeñó en actuar y generar las respuestas que demandaba su particular y dinámica realidad. Su inmenso valor histórico consiste precisamente en ello. Quizá este sea el legado que vale la pena rescatar cuando ya han transcurrido más de doscientos años de su nacimiento. (*)

*Inés Quintero, Historiadora UCV   Elsa del V. Lopez C

No response to “SUCRE. INGENIERO INSIGNE DE VENEZUELA”